La desidia es eso que te hace hacer otras cosas en lugar de lo que realmente tienes que hacer. Descuidas algunas tareas y básicamente procrastinas, que significa aplazar o diferir. Lo primero que debes hacer para vencerla es conocerla y reconocerla.
Comúnmente se da porque la tarea que estamos evitando nos estresa de alguna manera; la evitamos porque pensamos que va a ser pesada, tediosa o desgastante. Tal vez tenemos que lidiar con un problema o resolver algún conflicto con alguien, y por eso posponemos esta actividad en particular, encontrando otras mil cosas que “debemos hacer” ¡y somos súper buenos en eso!
Así que esperamos hasta el último momento posible para realizar la tarea. Y no es que sea el momento adecuado, que de repente nos dieron ganas o encontramos la inspiración, simplemente es que ya no tenemos opción. Por eso normalmente terminas haciendo los proyectos de tu trabajo y sin embargo tu closet sigue desarreglado.
¿Pero qué puedes hacer en contra de eso? Nada, lo siento 🙁 . Si te sentiste aliviado al leer esta última oración, probablemente sea porque tu cerebro está buscando excusas para no hacer todas esas cosas que tienes o debes hacer, logrando que tu falta de acción esté completamente justificada. ¡Pero es mentira! Es una trampa del pensamiento que prolonga la agonía indefinidamente (o hasta que llegues a la fecha límite).
Así que te propongo esto:
- Identifica qué está pasando por tu mente cuando te pones a procrastinar, y no te mientas, tú sabes cuándo lo estás haciendo.
- Identifica las razones por las que estás posponiendo esa tarea en particular y genera una estrategia para afrontarlas. Es decir, si tienes que resolver algo con alguna persona, deja de evitarlo en los pasillos, convoca una junta y establece los puntos que van a cubrir durante la misma.
- Piensa en los beneficios de terminar la tarea. ¿Cuántas veces has pospuesto algo durante días o semanas solo para decir “ni estaba tan difícil” al terminar? Lo que pasa es que cuando piensas en la tarea, piensas en toooodo el trabajo que vas a tener que hacer y pues “que flojera”, enfócate en los beneficios, en lo que ganarás u obtendrás.
- Si es una tarea demasiado larga o cansada, pártela en pedazos manejables. A mí me sirve establecer un tiempo específico (aunque no corresponda a una “etapa” completa): “voy a dedicar una hora el sábado a…”
- Sácalo de tu mente y ponlo en tu agenda. Sí, aunque sea ir al súper, no necesitas estar pensando en ello todo el día, establece una hora conveniente y pon una alarma en tu celular (de preferencia con la lista de lo que vas a comprar 😉 ).
Y por último, si tienes un listado de todas las cosas que quieres hacer, no borres las terminadas, deja que tu cerebro se dé cuenta de que estás progresando. Es más, si limpiaste medio clóset escríbele: 50% de avance.