¿Has escuchado hablar de la inteligencia emocional? Y ¿sobre la inteligencia emocional grupal?
Seguramente habrás notado que no te comportas igual en un grupo que en otro, y no solo es la clara diferencia de expresiones, gestos, lenguaje, etc., que se ve cuando estás con amigos y cuando estás en tu trabajo, hablo más bien de cómo nos adaptamos a las normas de cada uno de los grupos incluso dentro del mismo ámbito, y de acuerdo a algunos autores, esto se debe a que cada uno de ellos tiene diferentes grados de inteligencia emocional grupal.
Esta, está compuesta por la percepción que cada individuo tiene de sí mismo como miembro del grupo y del grupo en general, la forma en que el grupo se regula para cumplir las normas y cómo se tratan entre sus miembros, la autoevaluación que grupalmente hacen de sí mismos y cómo reciben la retroalimentación, la medida en que el grupo crea un ambiente propicio y afirmativo de trabajo y resuelve proactivamente los problemas, el grado de conciencia que el grupo tiene de su propia estructura y respecto a otros grupos de la organización y cómo se relaciona, como grupo, con el mundo exterior.
Todas estas normas de inteligencia emocional grupal que el equipo va desarrollando crean las creencias colectivas sobre el comportamiento que se espera que cada uno de los miembros exhiba dentro del grupo, las normas de lo que está bien y no está bien hacer, las reacciones que se toman individual y colectivamente y la cara que se presenta al mundo.
Pensando en el equipo o equipos (si tienes un equipo por ejemplo para cada cliente) al que perteneces en tu trabajo, cómo evaluarías al grupo en estas dimensiones de consciencia grupal, regulación grupal, autoconciencia grupal, autorregulación grupal, habilidades sociales grupales. ¿Son un grupo que, como los aldeanos de Frankenstein, corren de un lado a otro con antorchas y trinches?, ¿son un equipo que recibe la retroalimentación de buena gana y hace cambios al interior para mejorar?
Te invito a preguntarte y reflexionar con tu equipo (más si tú lo diriges) cómo se comportan de acuerdo a cada una de las dimensiones y elijan qué cambios pueden realizar para convertirse en el mejor equipo que su actividad necesita.
“Cuando los valores esenciales y la misión global del equipo están claros y cuando las normas de autogestión se hallan adecuadamente explicitadas y practicadas, la eficacia del equipo mejora espectacularmente”. – Goleman, Boyatzis y McKee